Discurso de Miguel Vargas
Reunión del Comité de la IS para América Latina y el Caribe, 3-4 de noviembre de 2017
Muy buenos días,
Señor Luis Ayala, Secretario General de la Internacional Socialista,
Compañeros Vicepresidentes,
Señores delegados y delegadas,
Invitados especiales,
Distinguidos miembros de la prensa,
Señoras y señores,
Antes que todo, quiero darles una calurosa bienvenida a nuestro país.
En nombre del Partido Revolucionario Dominicano les extiendo un fuerte abrazo y agradezco su asistencia a esta reunión del Comité de la Internacional Socialista para América Latina y El Caribe.
Nos sentimos muy honrados con su participación.
Como dominicanos, daremos lo mejor de nosotros para que cada uno de ustedes se sienta como en su casa.
Esta reunión es de máxima trascendencia para la Internacional Socialista porque de ella habrá de surgir la directiva del Comité para América Latina y el Caribe de los próximos cuatro años.
Por el momento histórico que vive el mundo y, especialmente nuestra región, esta elección debe hacerse regida bajo los principios de solidaridad, cooperación y hermandad que fundamentan de forma transversal a la socialdemocracia como marco ideológico y también, aplicando criterios de participación activa, amplia representatividad y unidad en la diversidad.
La pobreza, la desigualdad, el auge del crimen organizado, la violencia de género son desafíos importantes que tiene nuestra región que solo unidos, y en actitud constructiva de diálogo, podremos vencer para lograr que nuestra gente pueda vivir bien, de manera digna, alcanzando la prosperidad y el bienestar en plenitud.
La actual coyuntura política demanda sabiduría, inteligencia política, pero además requiere, la unidad de todos en torno al propósito común del desarrollo sostenible de nuestras naciones.
Confiamos en que el ánimo de colaboración entre nosotros siga contribuyendo a hermanarnos aún más para que los lazos construidos en el marco de estos encuentros continúen siendo de gran provecho para el fortalecimiento de la democracia en nuestra región.
Compañeras y Compañeros.
Si bien es cierto que durante el presente siglo la inversión social con respecto al PIB en América Latina y El Caribe ha aumentado de 11% a 14.6% según cifras de la CEPAL, la desigualdad sigue siendo el principal reto de nuestra región.
Es nuestro mayor obstáculo para alcanzar el desarrollo sostenible y lograr el bienestar y la prosperidad de nuestros pueblos.
Para combatir la desigualdad debemos impulsar políticas de empleo que garanticen a nuestros ciudadanos, trabajo digno y bien remunerado, ello será posible si somos capaces de diseñar un modelo económico que incentive la inversión y deje atrás los hábitos rentistas del emprendedor latinoamericano.
A mayor crecimiento económico menor desempleo, ese debe ser el grito de batalla de las propuestas desde la socialdemocracia para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible hacia el 2030.
Los proyectos en alianza del sector público y privado deben ser también otra bandera que debe ondear la socialdemocracia latinoamericana y caribeña para impulsar la igualdad de oportunidades para todos.
La región debe apostar por fin de manera decidida por la innovación y la investigación para el desarrollo porque ellas son las herramientas imprescindibles para dar el gran salto que generación tras generación hemos estado buscando.
Economías activas y crecientes, pleno empleo, Estado y sector privado trabajando juntos por el bienestar de todos, políticas públicas que estimulen la innovación y la investigación tienen una zapata común: la educación.
Esa es la mayor apuesta que deben hacer nuestros gobiernos, una inversión inteligente en educación que nos lleve a un sistema educativo que impulse la creatividad y que asegure ciudadanos preparados para enfrentar exitosamente los retos del mundo durante los próximos cien años.
El acceso al sistema educativo en la región ha mejorado sustancialmente, trayendo consecuentemente un mayor aumento de los índices de escolaridad, sin embargo la calidad de nuestra enseñanza es aún insuficiente, según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo apenas un tercio de los estudiantes latinoamericanos y caribeños alcanzan un estándar mínimo de habilidades matemáticas básicas.
Eso sin mencionar que los países de la región que participan en el Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA) se ubicaron en la parte inferior del ranking.
Como podemos ver, la desigualdad agitada por el desempleo y una educación de baja calidad se constituye en la principal amenaza para la democracia en la región y la causa eficiente de los importantes déficits que acusa nuestro modelo democrático.
Ciertamente, en el aspecto electoral la democracia latinoamericana se mantiene en constante mejoría. Hoy en día, en casi todos los países de la región las elecciones se llevan a cabo sin mayores sobresaltos, que los propios de toda contienda.
Tenemos por delante el desafío de garantizar la fidelidad del voto de nuestros ciudadanos a través de campañas menos costosas, de una sociedad mejor comprometida con el conjunto que con las individualidades y más consciente de la calidad de las propuestas de los candidatos.
Sin embargo, la democracia es mucho más que acudir a las urnas.
La democracia se construye a través de políticas públicas que garanticen acceso universal y equitativo a mayores oportunidades, un modelo económico que incluya socialmente a todos y, sobretodo, con un liderazgo político capaz de buscar el punto exacto de avenencia para solucionar los problemas de la gente por medio del diálogo, la confraternidad y la unidad por más diversa que sea su forma de pensar.
Los aquí reunidos tenemos la responsabilidad histórica de hacer de este mundo uno mejor y de darle a las futuras generaciones la seguridad de que sabremos convivir en paz, en armonía y en prosperidad por el bienestar de todos.
Muchas Gracias.