Mensaje de Victor Benoit, Presidente del Partido Fusión de los Socialdemócratas Haitianos y Vice-Presidente de la Internacional Socialista

26 enero 2010

El 12 de enero de 2010, Haití fue golpeado por un cataclismo sin precedentes. En efecto, un sismo de una magnitud de 7,30 en la escala de Richter, provocó la destrucción del país de diferentes maneras: las ciudades de Puerto Príncipe, Léogane, Jacmel, Petit-Goave, fueron los puntos más afectados. El balance es catastrófico: debilitamiento del Estado, más de 100 mil muertos inhumados en fosas comunes, más de 300 mil heridos. Varios edificios del Estado han sido destruidos: el Palacio Nacional, el Palacio de Justicia, el Palacio Legislativo, el Palacio de los Ministerios, la Dirección General de Impuestos, la Dirección General de la Policía.

La totalidad de las casas habitación de Puerto Príncipe se encuentran agrietadas, lo que constituye un peligro para sus ocupantes. Por esta razón, la población se ve obligada a sobrevivir en las plazas públicas sin comodidad alguna. Las sedes de numerosas industrias, casas comerciales y bancos han sido destruidos. Para un país pobre cuya infraestructura ya es débil, las consecuencias socioeconómicas serán graves: pérdida de muchos empleos, posibilidad de epidemias a causa del elevado número de cadáveres inhumados bajo condiciones anormales, dificultad para que los empresarios puedan reembolsar sus deudas a los bancos.

El Partido Fusión, miembro de la Internacional Socialista cuenta con muchas víctimas, entre ellas Micha Gaillard, su Secretario General Adjunto, quien ha muerto bajo los escombros del Ministerio de Justicia. Un gran número de compañeros han perdido su casa habitación. Por ejemplo, ese es mi caso y el de otros dirigentes.

En estos difíciles momentos, la comunidad internacional a través de Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Europea, y varios estados latinoamericanos como también africanos, han reaccionado favorablemente. Muchos países entregan ayuda humanitaria. Ellos merecen nuestro reconocimiento pero, sin embargo, se necesita ir más lejos. En este sentido la Internacional Socialista, en conformidad con uno de sus principios rectores, la solidaridad, debe continuar alentando el compromiso de la comunidad internacional en favor de Haití y de su pueblo, participando ahora en la reconstrucción del país. Esta nueva construcción implica grandes obras de infraestructura, la Educación, la Salud, las Telecomunicaciones, el Medio Ambiente, entre otros. Todo esto para decir que los amigos podrán ayudar a Haití de múltiples maneras. Esta será una buena ocasión para humanizar de forma concreta la globalización, ayudando a un pueblo en peligro.

Creo firmemente que la IS puede incitar a los partidos miembros a ayudar a Haití, a convertir su desgracia en una oportunidad para cambios que beneficien a su pueblo que sufre desde hace mucho tiempo.

Victor Benoit

26 de enero de 2010