Documento de trabajo - El partenariado euromediterráneo: balances y prioridades

Reunión del Comité Mediterráneo de la Internacional Socialista, Palma de Mallorca, 1-2 de diciembre de 2000

Cinco años después de la firma de la Declaración de Barcelona (noviembre de 1995) queremos hacer público nuestro balance de los resultados obtenidos.

  • El proceso de Barcelona ha proseguido, a pesar de las circunstancias muy negativas por las que el proceso de paz en el Oriente Medio ha pasado, a lo largo de esos años. La política de partenariado euromediterráneo es una apuesta estratégica de futuro que se inscribe en el largo plazo, y en este aspecto la continuidad es esencial. Las cumbres y reuniones euromediterráneas se han mantenido, con la presencia de todos los países implicados. A ello hay que añadir la presencia de Libia en las dos últimas cumbres euromediterráneas. El 15 y 16 de noviembre del año 2000, coincidiendo con el semestre de Presidencia francesa de la UE, se ha celebrado una última cumbre en Marsella, de la que hay que esperar un relanzamiento del proceso euromediterráneo.
  • Aunque con lentitud, se ha procedido en los últimos años a la firma y ratificación de una serie de Acuerdos de Asociación, en la línea diseñada por el proceso de Barcelona de ir tejiendo una trama de relaciones verticales UE-Países Mediterráneos, como base para la construcción de una zona de libre comercio.
  • Se ha ido desarrollando una rutina de cooperación intergubernamental permanente. Conferencias, comités y grupos de trabajo han permitido que responsables gubernamentales y altos funcionarios se reúnan de forma continua, desarrollando una agenda común euromediterránea.
  • Con limitaciones y retrasos, se han ido implementando los proyectos del programa MEDA.
  • En conjunto, se ha ido consolidando y desarrollando, de forma embrionaria, una visión política unitaria del partenariado euromediterráneo: ha comenzado a dibujarse un conjunto político coherente de objetivos y retos, estrategias e instrumentos. Esta visión global se apoya en el concepto de partenariado: una política de interdependencia, basada en la igualdad y la responsabilidad compartidas.

Pero los resultados obtenidos no pueden hacernos ignorar los retrasos y las carencias, que han defraudado en parte las esperanzas y expectativas que levantó la primera Conferencia euromediterránea de Barcelona.

Por un lado, el deterioro de la situación en el Oriente Medio ha influido muy negativamente. Por otro las prioridades de la ampliación de la UE, contribuyeron a debilitar la percepción del nexo existente entre los países del Sur y el Este del Mediterráneo y el propio destino de la construcción europea.

  • No ha habido un impulso político decidido, y éste es estrictamente necesario. En rigor, podría afirmarse que, políticamente, el Mediterráneo debería ser la primera prioridad de la acción exterior de la UE. La ampliación hacia los países del centro y el este de Europa puede considerarse como una cuestión resuelta, en términos estratégicos históricos. Las incertidumbres pueden referirse a calendarios, ritmos, medios y costes, incluso a eventuales nuevos conflictos; pero el destino final del proceso aparece claro: estos países se incorporarán a la construcción de la Europa unida. No hay certeza, en cambio, en lo referente al Mediterráneo, cuyos escenarios de futuro están completamente abiertos. De las políticas que se desarrollen en la región depende, en buena medida, que ésta logre un progreso económico, social y demográfico, en un contexto de diálogo, paz y prosperidad, o bien que se convierta en una zona donde la norma sea el desequilibrio creciente entre el Norte y el Sur, la pobreza galopante en el Sur, y la emergencia de problemas de creciente gravedad: violencia, inestabilidad, terrorismo, etc.
  • Sin un impulso político decidido, el proceso euromediterráneo corre un riesgo de parálisis y de burocratización: multiplicación de reuniones, de grupos de trabajo, de acciones y proyectos "micro", de rutina sin una conducción política capaz de crear iniciativas fuertes y orientar el conjunto de las acciones hacia un paulatino reequilibrio Norte-Sur.
  • La dimensión económica y financiera del partenariado ha conocido obstáculos y retrasos. Se señalan, en este sentido, las dificultades de lanzamiento de los programas MEDA (aplicados sólo en un 26% en el período 1995-2000), los excesos de centralización, la heterogeneidad en los criterios de ayuda, los problemas internos y la falta de proyectos en los Estados receptores, la ausencia de reflexión común sobre la eventualidad de una Política agrícola mediterránea y, en fin, el escaso monto de las inversiones directas en el Sur.
  • La dimensión social y económica (especialmente el apoyo al desarrollo de la sociedad civil, las ONG y el movimiento asociativo, actores muy importantes para el futuro del Magreb) ha conocido también obstáculos y dificultades. Queda aún camino a recorrer para llegar a una situación en la que los recursos permitan optimizar las acciones sobre el terreno.

El problema fundamental que se plantea, en resumen, es el siguiente: si se atiende a los diversos cálculos prospectivos realizados en relación al ritmo de evolución económica y social en los distintos países mediterráneos, sería necesario un período enorme de tiempo para aproximar y reequilibrar las condiciones sociales del Norte y del Sur en el Mediterráneo.

Es necesario que la UE adopte la política mediterránea como la primera de sus prioridades exteriores y que se desarrollen en la región nuevas estrategias y nuevas formas de cooperación para dinamizar y acelerar su desarrollo compartido. Las prioridades económicas y sociales, sobre las que deben apoyarse todas las demás, son las inversiones directas extranjeras, el avance hacia una política agrícola mediterráneo común y una gestión cooperativa de los movimientos de personas en la región.

Las perspectivas

Conviene detenerse en las perspectivas de esta agenda euromediterránea actualizada. A título indicativo se plantean a continuación los temas que aparecen como más relevantes.

En el terreno político, nuestras prioridades son:

  • La lucha por la democracia y los derechos humanos en la región sigue siendo la primera de nuestras prioridades. El impulso de la coordinación entre las fuerzas políticas y sociales progresistas del Mediterráneo, orientadas especialmente al logro de la paz en la región, la instauración general del Estado democrático de derecho y el respeto a los derechos humanos, el progreso económico, social y medioambiental, y la emancipación de la mujer frente a las formas de discriminación de las que son aún objeto, inscritas en la ley o reforzadas por las prácticas sociales.
  • Una contribución solidaria del mundo mediterráneo a la lucha por la paz en el Oriente Medio. Exigimos una mayor implicación política y diplomática de la UE como contribución para el fin de la violencia y la recuperación de un proceso de negociaciones de paz.
  • El reforzamiento de la cooperación Sur-Sur, especialmente de la Unión del Magreb Arabe, en el cuadro de una eventual "sub-regionalización" de las acciones e instrumentos del proceso euromediterráneo.

En el terreno económico y financiero, apoyamos las siguientes perspectivas:

  • El impulso de los procesos de diálogo y negociación para los Acuerdos de Asociación aún pendientes.
  • Debe comenzar una reflexión conjunta sobre la política agrícola mediterránea. Debe abrirse la perspectiva de una futura política agrícola común en el Mediterráneo, que permita una coordinación eficaz y solidaria de la gestión en materia de agricultura, pesca y agua.
  • La mejora del sistema de financiación de la política mediterránea de la UE es una cuestión esencial. Hay que reivindicar el cumplimiento del acuerdo del Consejo europeo de Cannes (en el que se estableció un "ratio" de 5 a 3,5 entre los recursos destinados a los países de la Europa Central y Oriental y los reservados a los países terceros mediterráneos) y, sobre todo, de orientar la financiación hacia una maximización del impacto positivo en las economías de los países mediterráneos (aligeramiento del peso de su deuda, saneamiento y modernización de sus economías).
  • El impulso a los proyectos y programas de cooperación regional Sur-Sur (infraestructuras, telecomunicaciones, medio ambiente, agua). Deberíamos apoyar una política enérgica de desarrollo de infraestructuras y telecomunicaciones que tejieran redes consistentes en el espacio mediterráneo.

Finalmente, en el terreno social y cultural, las perspectivas deben apuntar al desarrollo progresivo de un espacio sociocultural euromediterráneo que impulse el diálogo y la cooperación de las culturas y de las sociedades civiles del Mediterráneo.

  • Debe impulsarse un diálogo más continuado, profundo, articulado y visible entre las culturas y religiones del Mediterráneo. Sólo sobre esta base será posible un proyecto socio-cultural de carácter global, capaz de inspirar una acción diversificada y sistemática, que impulse y refuerce el conjunto de los programas MEDA, las redes culturales, universitarias, etc.
  • Debe mantenerse un diálogo continuado sobre cuestiones comunes en materia de Justicia y Asuntos interiores, en especial en lo relativo a una gestión cooperativa de los desplazamientos de personas y a la emigración (una mayor referencia a la gestión compartida y solidaria de las migraciones).
  • Debe impulsarse una política de intercambios entre la juventud de las dos riberas del Mediterráneo y proponer, en tal sentido, la creación de una versión de Programa Erasmus mediterráneo, lo que incluye facilidades para la convalidación académica y para los desplazamientos.

El Comité ha debatido también sobre la situación política en distintos países de la región centrando su atención en Chipre, apoyando los esfuerzos del Secretario General de Naciones Unidas de acuerdo con las decisiones del Consejo de Seguridad para una solución pacífica y duradera del problema chipriota. Y en la necesidad de recuperar la paz a través de una transición democrática en Argelia, para instaurar el Estado de Derecho, las libertades públicas y el respeto de los derechos humanos.

Ha acordado también después de un debate sobre la cuestión de las migraciones, proceder a un intercambio de información y puntos de vista entre los distintos países que forman parte del Comité.