Declaración de Sevilla

Mediterráneo Reunión del Comité Mediterráneo de la Internacional Socialista, Sevila, 29-30 de octubre de 2001

El Comité Mediterráneo de la Internacional Socialista se ha reunido en Sevilla los días 29 y 30 de octubre de 2001, en el marco de una ciudad y una región que a lo largo de su historia se han caracterizado por ser lugar de encuentro, diálogo y convivencia, como siempre lo ha sido la región mediterránea. El principal objeto de la reunión ha sido el análisis del actual contexto internacional y regional, en particular a la luz de los ataques terroristas del pasado 11 de septiembre, así como el intercambio sobre las consecuencias y prioridades que debemos fijar para la región mediterránea desde nuestra responsabilidad como socialistas.

Las estructuras sobre las que se ha apoyado la sociedad internacional desde 1945, y en particular en la última década, se han tambaleado desde el pasado 11 de septiembre. La violencia ciega e indiscriminada, el terror que busca extender la percepción de que nadie está a salvo de la amenaza, merece la más enérgica condena y la reiteración de la expresión de solidaridad con las víctimas por parte de los miembros de este Comité.

Cuando se ataca en cualquier lugar o circunstancia un modelo de convivencia y de sociedad en que creemos firmemente, basado sobre los principios de libertad y seguridad, la comunidad internacional debe reaccionar solidaria y enérgicamente. Nuestros países y gobiernos deben estar igualmente unidos para transmitir la mayor decisión en la lucha contra el terrorismo. Creemos firmemente que ese desafío se puede afrontar recurriendo a medidas y métodos que refuercen la democracia y fortalezcan nuestras sociedades y la construcción de una sociedad internacional más justa y equilibrada. Vivimos en un mundo interdependiente que nos exige actuar unidos, y, toda vez que la amenaza es global, nuestra respuesta debe ser igualmente global, general, determinada, y sólidamente asentada sobre los principios básicos del estado de derecho.

Estos acontecimientos determinan una nueva realidad en las relaciones internacionales, que no sustituye, sino que cualifica y hace más compleja la situación que se había dado en las últimas décadas. Los socialistas hemos venido llamando reiteradamente la atención sobre los graves problemas y conflictos enquistados que han aquejado a la humanidad en este período histórico, y creemos que gran parte de los mismos devendrán más complejos si no se atajan hoy las causas profundas que alimentan la desesperación que conduce a la violencia.

Problemas como la desigualdad, la pobreza y la miseria. La exclusión social, el racismo, los ataques graves a los inmigrantes extranjeros en occidente. La ausencia de desarrollo y el diferente tratamiento en las relaciones internacionales. La insolidaridad y la incomprensión del fenómeno de la inmigración. La insuficiente promoción de los Derechos Humanos y la democracia amparadas por las dictaduras, el subdesarrollo y la mundialización inhumana. La deuda, la ineficaz ayuda al desarrollo, la limitada inversión directa y la dificultad para acceder a los mercados. La expansión de los nacionalismos excluyentes y la falta de respeto a las minorías exigen hoy no sólo reiterar nuestra preocupación como partidos socialistas unidos en una preocupación común, sino movilizarnos y hacer un nuevo llamamiento en nuestras sociedades para que se realice un extraordinario esfuerzo con el fin de superarlos.

A lo largo de estas jornadas los socialistas aquí reunidos hemos analizado los problemas de nuestra región, que en algunos casos se ven acrecentados por situaciones de conflicto. En Argelia se ha constatado un deterioro de la situación interna y se ha evidenciado un desprecio a las libertades democráticas y a la urgente necesidad de emprender un proceso de paz y democratización. El conflicto turco – chipriota sigue sin encontrar solución, en tanto que la promoción de los derechos humanos sigue siendo insuficiente en muchos de los países del área Mediterránea.

En Oriente Medio se han dado pasos recientemente que alejan la posibilidad de alcanzar una paz justa y duradera sobre la base de las Resoluciones de las Naciones Unidas 242 y 338 que lleven a la creación de un estado palestino viable y democrático. El Gobierno israelí mantiene una actitud obstruccionista que debe cesar de inmediato. Una Autoridad Palestina fuerte es condición necesaria para la total reducción de la violencia en la zona. La ANP debe ser apoyada desde todos nuestros países. Por su parte, su compromiso con la paz ha ser más efectivo en lo que se refiere a la lucha contra el terrorismo.

Algunos países están realizando notables esfuerzos por continuar sus transiciones políticas hacia la democracia, como es el caso de Marruecos. Esta evolución representa un paso positivo en la consolidación del área euromediterránea como un espacio de diálogo, intercambio y cooperación, aspectos que deben completarse con la mayor participación de la sociedad civil en la estructura social, la universalización de la educación para la tolerancia y la igualdad, la cooperación en materia de flujos migratorios, y el fomento de la cultura como medio de intercambio y enriquecimiento mutuo. Esa será la mejor base para sociedades verdaderamente democráticas, donde los Derechos Humanos y sociales básicos, el imperio de la ley y el buen gobierno se impongan por completo en el espacio político de nuestra región y en la escena internacional.

En nuestra reunión se ha destacado que sólo un diálogo entre diferentes culturas guiado por la voluntad de entender y comprender las diferentes sensibilidades, y un firme compromiso con los principios democráticos y un desarrollo económico y social sostenible y equilibrado, así como una mayor integración de países y regiones, permitirán superar con éxito las incertidumbres y heridas que caracterizan a la actual crisis internacional.

Hacemos un llamamiento para que la UE juegue el papel que le corresponde ante una crisis de esta magnitud. La Unión debe asumir junto a los países del mediterráneo un especial liderazgo, de manera que los principios de la Declaración de Barcelona, que todos apoyamos, las propuestas en los ámbitos político y de seguridad, económico y financiero, así como el social, cultural y humano, alcancen el carácter de un gran pacto político apoyado por toda la comunidad internacional. Este es el compromiso que asumimos ante nuestros gobiernos y organizaciones. Sólo mediante la globalización del humanismo, la solidaridad y la cultura podremos hacer frente a los grandes retos que el nuevo escenario internacional plantea. El Mediterráneo ha sido siempre un punto de referencia internacional como lugar de encuentro y diálogo, y una fuente de principios para el orden internacional; ante una crisis de esta magnitud tenemos el deber y la responsabilidad de hacer que siga siendo así.