Introducción
La paz, libertad, justicia y solidaridad han sido siempre los valores centrales y los objetivos del movimiento socialista.
La Internacional Socialista se siente orgullosa de su tradición de persistente y fructífero trabajo por la paz y la seguridad.
A lo largo de la Guerra Fría la IS, de acuerdo con sus principios, mantuvo un diálogo con las grandes potencias, apelando consistentemente en favor del desarme nuclear, la reducción radical en armas nucleares y su no proliferación, la prohibición de ensayos nucleares, medidas de consolidación de la confianza, una mayor apertura y transparencia, la solución de crisis regionales, la seguridad común, la diplomacia preventiva, la seguridad y la cooperación, la paz. Con esta política, que también inspiró a los partidos miembros, la IS contribuyó a poner fin a la Guerra Fría.
Aunque la Guerra Fría haya acabado y la carrera armamentista y la amenaza de guerra nuclear parecen haber disminuído, las experiencias de la post Guerra Fría no han sido solamente positivas. Si la negociación ha procurado soluciones pacíficas en muchos conflictos regionales, nuevas crisis y conflictos armados han aparecido en otras. Si se han logrado grandes progresos en materia de desarme, todavía quedan enormes cantidades de armas convencionales y de destrucción masiva, y el mundo todavía derrocha sus escasos recursos en gastos militares excesivos.
Por lo tanto, una poderosa acción sostenida en favor de la paz, la seguridad y el desarme debe continuar incluso en el escenario de la post Guerra Fría. La Internacional Socialista - y sus comités regionales especializados - van a explorar nuevos medios y formas para desempeñar un papel constructivo en la nueva situación. Reafirmamos nuestra convicción de que el final de la Guerra Fría ha creado las condiciones para un orden mundial justo y pacífico. Tal orden mundial debe ser construído sobre los principios de la democracia, de los derechos humanos y de la ley.
Un orden mundial pacífico debe también hacer revivir el compromiso de la Carta de las Naciones Unidas de mantener la paz y la seguridad internacionales "con la menor desviación para armamentos de los escasos recursos humanos y económicos del mundo".
Tales cambios no surgen por si solos. Se necesitan esfuerzos continuos para cambiar el mundo de acuerdo con nuestros ideales y objetivos, tanto a nivel global como regional. El concepto de una seguridad común, cooperativa y completa ofrece las pautas básicas para esos esfuerzos. La Internacional Socialista reafirma su llamamiento a todos los gobiernos, movimientos sociales e individuos para trabajar juntos en favor de un orden mundial justo y pacífico.
Hacia una seguridad en cooperación
En el curso de la pasada década ha ocurrido un cambio fundamental. El sistema internacional, estrictamente bipolar, y el antagonismo ideológico entre los bloques ha dado lugar a un orden mundial más cooperativo.
El cambio en el sistema internacional está todavía en marcha y su impacto se está sintiendo en el Este y el Oeste, en el Norte y en el Sur. Con la previsible desaparición del sistema bipolar, la actual situación se caracteriza por la incertidumbre. El legado soviético continúa siendo un factor que afecta a la política de seguridad en Rusia y en el resto del mundo.
La ONU sigue siendo el foro más importante para temas de seguridad y cooperación. El Consejo de Seguridad, responsable de la paz y seguridad internacionales, no puede ser reemplazado por ningún otro organismo en el futuro próximo, pero su papel puede ser reforzado.
Además de tener carácter internacional por razón de sus miembros, las Naciones Unidas tienen que hacer frente a todos los aspectos de seguridad, incluyendo nuevas amenazas, como por ejemplo levantamientos políticos, malestar social, pobreza, degradación medioambiental, problemas étnicos, emigración incontrolada, terrorismo y abuso de drogas. Las políticas de seguridad del futuro deberían tomar como base este concepto global de seguridad.
La agenda global de las Naciones Unidas permite un uso flexible de la misma. El desarrollo y la paz van unidos. La preocupación sobre el medioambiente global es una preocupación sobre la paz. El progreso social es una precondición para el bienestar, la estabilidad y la paz. Las conferencias de las Naciones Unidas sobre temas globales importantes van enfocadas hacia una resolución conjunta de los problemas por parte de todos los países.
La "Agenda por la Paz" del Secretario General de las Naciones Unidas, contiene importantes consideraciones sobre el papel cambiante de la organización.
El año pasado, cuando la ONU cumplió 50 años, se publicó otro informe de trascendencia. La Comisión Carlsson hizo hincapié en un compromiso serio para la cooperación global al servicio de la paz y el progreso, y rechazó las alternativas unilaterales a los problemas globales.
Cuando la diplomacia preventiva falla y los métodos tradicionales para preservar la paz son insuficientes, las Naciones Unidas pueden entonces hacer un llamamiento a otras organizaciones para restituír la paz. Tal vez ésta sea la mayor innovación de los últimos tiempos en este área, y todavía está siendo puesta a prueba en Bosnia.
El concepto de "instituciones superpuestas" ofrece un papel que desempeñar a las organizaciones regionales e incluso a alianzas militares, al tiempo que mantiene intacto el poder de decisión político del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Las organizaciones regionales, actuando sobre la base de la Carta de la ONU, juegan un papel complementario importante. En Europa, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) ha pasado de ser un foro tradicional para las negociaciones Este-Oeste a convertirse en una organización internacional que se concentra en la diplomacia preventiva y gestión de conflictos. La OSCE ha desempeñado un papel útil en muchos conflictos de la post Guerra Fría, tales como en la antigua Yugoslavia, en Nagorno-Karabaj y en Chechenia.
Las formas de cooperación entre organizaciones regionales tales como la Unión Europea (UE), la Unión Europea Occidental (UEO), el Consejo de Europa, la OSCE y la OTAN se están desarrollando para encontrar una significativa división de trabajo entre ellas en la emergente arquitectura de la seguridad europea.
Hacia un sistema de seguridad de las Naciones Unidas más efectivo
El mundo ha sido testigo de más de cien conflictos armados graves desde 1945. El papel de las Naciones Unidas en la gestión de las crisis ha aumentado dramáticamente a consecuencia del final de la Guerra Fría. Entre 1988 y 1995 la ONU ha lanzado 23 operaciones de paz, comparado con las 13 que se establecieron entre 1948 y 1988.
El Consejo de la IS, en su reunión de Tokio en mayo de 1994, aprobó el informe del grupo especial de trabajo de SIPSAD sobre la reforma de la ONU. En aquella ocasión, al mismo tiempo de reconocer las limitaciones existentes en los procedimientos, en la capacidad operacional y en los recursos para que la ONU pueda realizar su trabajo de mantenimiento de la paz, también se incidió en la necesidad de mantener la noción de que la ONU es el único organismo legítimo en el que se pueden adoptar de parte de la comunidad internacional medidas para introducir y mantener la paz.
La IS sigue estando comprometida con estos principios y hace un llamamiento para una mayor extensión de los medios y recursos a disposición del Secretario General de la ONU. También expresamos nuestra satisfacción por el progreso de la "Agenda por la paz" del Secretario General, cuyos esfuerzos para crear un nuevo marco conceptual para responder a los nuevos retos que quedan fuera del alcance de los métodos tradicionales de mantenimiento de la paz, necesitarán el apoyo y compromiso de los países miembros.
La prevención de conflictos es un área en la cual la ONU debería ampliar su papel, bien a través de la diplomacia preventiva o a través de un despliegue preventivo de fuerzas de la ONU en las fases iniciales de una crisis. Esto requerirá un refuerzo de la autoridad del Secretario General, una aceleración de los procedimientos de toma de decisión y el que se permita desplegar fuerzas de intervención sin dilación. La prevención de conflictos es el medio más adecuado para evitar el estallido de una crisis, evitando así la pérdida de vidas y ahorrando enormes esfuerzos y recursos. Una acertada prevención de conflictos y gestión de crisis también reduce los riesgos y la amplitud de cualquier uso prospectivo de la fuerza.
La cooperación regional en el área de la seguridad ha incrementado durante los últimos años. Debemos fomentar y facilitar la posibilidad de que las organizaciones regionales actúen en sus áreas de responsabilidad. Las experiencias en Europa y, más recientemente en África, deberían permitir una acción más eficiente en la prevención y gestión de conflictos cuando el Consejo de Seguridad de la ONU no pueda garantizar la disponibilidad de los medios requeridos.
La ONU no puede asumir hoy en día el papel de policía del mundo, pero esto no debería estar en contradicción con la necesidad de definir tan claramente como sea posible los criterios sobre los cuales el Consejo de Seguridad, de parte de toda la comunidad internacional, toma la decisión de intervenir o no en un conflicto.
En el mundo de hoy en día el papel de la ONU para mantener la paz no puede restringirse a operaciones militares. El impacto de factores no militares en la seguridad regional y global apunta a la necesidad de una mayor capacidad de la ONU para poder contribuír efectivamente en la evaluación y solución de problemas. Desequilibrios económicos y pobreza, escasez de comida y agua, o divisiones culturales se encuentran en el origen de muchos conflictos actuales y potenciales. La cooperación entre agencias y con las ONGs, así como un contacto directo con las poblaciones afectadas son algunos de los requisitos para mantener la paz en el futuro. Esta cooperación aparece también como un prerequisito en aquellos casos en los que se ha conseguido la paz pero ésta no se ha consolidado todavía. Estos nuevos retos requerirán una mayor democratización y transparencia en las decisiones del Consejo de Seguridad y una mayor colaboración con la Asamblea General, cuyo papel debería verse incrementado.
Hacia una mayor seguridad regional
Un aspecto importante del actual desarrollo en materia de seguridad es una mayor cooperación entre las Naciones Unidas y las organizaciones regionales en temas de paz y seguridad bajo el Capítulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas. Aunque esta oportunidad ha estado siempre en la Carta, ha sido en esta década cuando se ha observado y usado más de cerca y más frecuentemente. La cooperación incluye apoyo diplomático, consultas y división del trabajo en operaciones conjuntas o de despliegue. Ya se han obtenido experiencias positivas en muchas áreas de crisis en Europa, África y América Central.
Las contribuciones de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN) en Cambodia, de la OEA y del Grupo de Contadora en Centroamérica, de la Unión Europea, la OSCE, la OTAN y la UEO en la Antigua Yugoslavia, son señales de un potencial considerable.
El vínculo entre la ONU y la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa se estableció formalmente a principios de los 90, aunque, por supuesto, el enfoque regional en Europa ha estado en marcha durante un cuarto de siglo. Europa fue también el foco de actividades de la IS durante largo tiempo, lo cual era lógico debido a la profunda división europea como consecuencia de la Guerra Fría y debido a que Europa era el escenario principal de la confrontación militar, con las dos alianzas enemigas cara a cara.
Con este trasfondo histórico, se puede decir que ha sido en Europa donde se ha sentido más dramáticamente el final de la Guerra Fría y que es ahí donde el reto y la necesidad de establecer disposiciones de seguridad cooperativas para superar la división de la Guerra Fría son más urgentes. Esa necesidad ha sido reconocida por todos los gobiernos europeos.
La historia de la CSCE, y ahora las instituciones y procedimientos de la OSCE, han creado la base para tales amplias disposiciones de seguridad europeas. La experiencia en la consolidación de la confianza y cooperación, así como los mecanismos desarrollados para la prevención de crisis, la promoción de la democracia y los derechos de las minorías marcan el camino de los esfuerzos futuros.
Sin embargo, hoy la OSCE es una organización aún demasiado débil para poder hacer frente por si sola a crisis políticas o militares graves. Los actuales esfuerzos en Europa están siendo guiados por la necesidad de encontrar roles adecuados para las distintas organizaciones internacionales, y las mejores formas de cooperación entre ellas. La Unión Europea, la Unión Europea Occidental, el Consejo de Europa, la Comunidad de Estados Independientes (CIS), la OTAN y la ONU se encuentran estudiando cuál puede ser su contribución potencial a la arquitectura de la seguridad europea. El Consejo de Cooperación del Atlántico Norte (NACC), la iniciativa Cooperación por la Paz, así como la actual Operación de las Fuerzas de Implementación en Bosnia (IFOR), son ejemplos de estas nuevas formas de seguridad y cooperación, donde antiguos adversarios y Estados neutrales actúan conjuntamente en la construcción de una Europa nueva y más segura.
En las condiciones de la post Guerra Fría los retos más probables están relacionados con la gestión de crisis y mantenimiento de paz. Por lo tanto, el principal énfasis en las discusiones y negociaciones europeas, ya sea en la OTAN, UE o UEO, está en estos temas. La operación de IFOR ofrece también un ejemplo potencial al procurar un marco de trabajo para elementos civiles y militares en nuevas operaciones de paz. Este enfoque global de paz ya ha tenido éxito en anteriores operaciones de la ONU, como por ejemplo en Namibia, en América Central y en Cambodia.
La IS se ha referido en varias ocasiones a la posibilidad de explotar la experiencia europea en otras regiones en conflicto. Aunque no es posible reproducir tales experiencias en otros lugares -ya que cada crisis y conflicto tiene sus características singulares- algunos aspectos centrales del enfoque de la CSCE parecen ser válidos, como por ejemplo, la inclusión de todas las partes relevantes en las negociaciones, la adopción de una agenda global de seguridad y el comienzo del proceso si así fuera necesario, aunque al principio se logren sólo resultados modestos.
La validez de esta tesis se ha visto reforzada por varias experiencias recientes en muchas regiones marcadas por conflictos como, por ejemplo, América Central, Sudáfrica, Oriente Medio y Asia. El capital generado a través del proceso de cimentación de confianza se hace necesario para superar hostilidades prolongadas y para asegurar que todos se beneficien de la paz.
Hacia el desarme nuclear
La no-proliferación nuclear
La Internacional Socialista sigue comprometida a conseguir el objetivo real de la no proliferación nuclear: el desarme nuclear total. Con la extensión indefinida del Tratado de No-Proliferación (NPT) en 1995 y en vista del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), la comunidad internacional debería replantear sus prioridades. La Internacional Socialista continuará su labor para disminuír el papel de las armas nucleares con el objetivo final de un mundo libre de la amenaza nuclear.
No proliferación es algo más que simplemente establecer la agenda para el desarme nuclear, o el improvisar el sistema de salvaguardas del NPT. Es necesario tener en cuenta las percepciones de seguridad políticas y/o regionales y los motivos evocados para justificar el mantenimiento o desarrollo de un arsenal nuclear. Debería quedar en claro que no existe una necesidad estratégica creíble o una razón de ser para las armas nucleares en un mundo que ha reducido drásticamente el riesgo de conflicto global con la desaparición de los bloques militares antagonistas. Deberíamos hacer frente a la tensión existente en ciertas regiones con todos los medios a nuestro alcance, ya que esta tensión está tentando a varios Estados a convertirse en Estados nucleares, y deberíamos apoyar iniciativas sólidas que favorezcan el establecimiento de medidas que consoliden la confianza, acuerdos de desarme, etc, aumentando al mismo tiempo nuestro apoyo global a la eliminación de la presencia y a la amenaza de cualquier tipo de armas de destrucción masiva.
Todos los Estados deberían adherirse estrictamente a la Resolución sobre los Principios y Objetivos para la No-Proliferación Nuclear y el Desarme, aprobada por la Conferencia sobre la Revisión y Extensión del NPT. Varios países han dado pasos importantes para renunciar a sus aspiraciones de adquirir armas nucleares. Sudáfrica ha desmantelado su capacidad para construir armas nucleares. Argentina y Chile se han adherido al NPT, y Argentina, Brasil y Chile se han convertido en miembros plenos del Tratado de Tlatelolco. Francia ha empezado las gestiones para la firma del Tratado de Rarotonga. Con la Zona Libre de Armas Nucleares en Africa, establecida en 1996, casi todo el hemisferio Sur constituye ahora una zona libre de armas nucleares.
Una nueva era de cooperación entre Estados con armas nucleares ha hecho posible alcanzar acuerdos acerca de reducciones tangibles de los arsenales nucleares y en la eliminación de clases enteras de armas nucleares. Las armas nucleares han sido retiradas completamente de muchos países donde anteriormente se habían desplegado durante la Guerra Fría.
La IS se opone al despliegue de armas nucleares y de otros sistemas de lanzamiento en los nuevos Estados miembros en caso de una ampliación de la OTAN. Esto iría en contra del espíritu del NPT.
Las mayores preocupaciones para los años venideros son los enormes arsenales que quedan todavía en los Estados con armas nucleares, la negativa de los nuevos países con capacidad para fabricar armas nucleares a renunciar a la opción nuclear, y el riesgo de que los conocimientos y materiales para fabricar bombas nucleares acaben en manos de Estados o grupos fuera del control internacional.
En estas condiciones, la existencia de arsenales nucleares importantes todavía presenta el riesgo de que se puedan usar, con los enormes daños que esto acarrearía tanto a las poblaciones como al medioambiente. La situación creada por la desaparición de la URSS ha provocado nuevos peligros en el terreno nuclear que son tan importantes como los otros.
El primero es el posible acceso de nuevos Estados a armamentos nucleares. El segundo es la posibilidad de que grupos terroristas o mafiosos adquieran materiales nucleares con capacidad para producir bombas, a través de la compra, el tráfico o el robo. Esta es la razón por la cual la acción dirigida a la eliminación del peligro nuclear para el planeta debe conducirse simultáneamente en cuatro áreas:
1. la reducción de los arsenales existentes. El Tratado START II debe ser ratificado por el Parlamento Ruso, pero es preciso empezar a negociar sin dilación los nuevos pasos que podrían tomar la forma de un START III;
2. el refuerzo de la prohibición de ensayos y de la no-proliferación. Es esencial que el NPT sea ratificado por todos los Estados del mundo y que el CTBT se firme pronto sobre la base de la opción cero;
3. la prohibición de la producción de material nuclear para uso militar o la capacidad de su posible uso con propósitos terroristas. Las negociaciones para el tratado de interrupción de producción se deben iniciar lo más pronto posible en condiciones en las que no se puedan legitimar los arsenales de los países con capacidad nuclear;
4. la extensión de los poderes de control de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), lo cual es una condición importante para la implementación de la política de control de materiales, sin la cual fracasará cualquier política dirigida en contra de la proliferación.
El comercio de plutonio y de uranio enriquecido, por razones económicas, científicas u otras, debe colocarse bajo estricto control internacional. Igualmente, se debe permitir a la AIEA que siga la evolución de los niveles de radioactividad en todas las instalaciones nucleares o en lugares donde se producen ensayos nucleares y que siga la pista de todas las actividades no declaradas que puedan llevar a la producción de armas nucleares.
Se debería establecer un registro de armas nucleares en las Naciones Unidas. Esto incrementaría la confianza de los países no nucleares y la disponibilidad de los países nucleares a desarmarse, fortaleciendo así la voluntad de adhesión a políticas de no proliferación.
La IS urge enérgicamente a todos los gobiernos a que se inspiren en los principios de la IS para continuar simultáneamente con la batalla legal y política bajo estas pautas.
Las negociaciones sobre un tratado para lograr un mundo libre de armas nucleares debe comenzar inmediatamente en la Conferencia sobre Desarme.
Ensayos nucleares
La Internacional Socialista ha insistido continuamente en poner un punto final definitivo a los ensayos nucleares como una forma indispensable y efectiva de conseguir un progreso real en el desarme nuclear. Estos esfuerzos deben continuar hasta lograr la firma y ratificación del CTBT por parte de todos los Estados involucrados.
No hay ninguna justificación técnica para la continuación de los ensayos nucleares. Los estudios científicos han demostrado que sólo se necesita un pequeño número de ensayos para asegurar la seguridad de ciertos tipos de armas nucleares, y aún así, no se necesitarán más ensayos después de 1996. Francia y China -después de dos o más ensayos en 1996- finalmente han dejado de hacer ensayos y se han unido a la moratoria de los EEUU, Rusia y el Reino Unido. Aunque es positivo que China haya abandonado el concepto de las así llamadas explosiones nucleares pacíficas, cualquier condición relacionada con la decisión es inaceptable.
La IS ha apoyado consistentemente la conclusión en 1996 del CTBT. Por lo tanto, acogemos con beneplácito la resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de septiembre de 1996, adoptando el texto del CTBT. El objetivo inmediato es ahora asegurar la firma del CTBT por parte de todos los Estados y una pronta entrada en vigor del Tratado. Cuando esté en vigor, el Tratado será un elemento principal en el desarme nuclear, junto con el NPT, el sistema de salvaguardas de la AIEA y los acuerdos entre los Estados con armas nucleares.
El objetivo final, sin embargo, debe seguir siendo la eliminación de todas las armas nucleares.
A este respecto, la IS acoge con beneplácito las recomendaciones de la reciente Comisión Camberra sobre la Eliminación de las Armas Nucleares.
Hacia un control de las armas convencionales
Durante 50 años los esfuerzos de la comunidad internacional en el terreno del desarme se han dirigido principalmente a promover el desarme nuclear y a la prohibición de otros medios de destrucción masiva. Este énfasis estaba justificado porque el futuro de la humanidad ha estado en peligro durante largo tiempo debido a estas armas. La tarea está todavía por hacer y se necesitan más esfuerzos para contribuir por todos los medios posibles al desarme nuclear, a la ratificación de la Convención que prohiba las armas químicas y a más medidas que sirvan para abolir las armas biológicas en todo el mundo.
Sin embargo, la reducción de las así llamadas armas convencionales se está volviendo también imperativa. Estas son las armas con las que se llevan a cabo la mayoría de las guerras hoy en día, constituyen los arsenales de la mayoría de los ejércitos y asumen la mayor parte de los gastos militares.
De hecho, el concepto de armas convencionales ha sido engañoso, ya que muchas armas en esta categoría pueden producir una destrucción comparable a la causada por las armas de destrucción masiva.
El tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (CFE), siendo el tratado de mayor alcance sobre armas convencionales, es un ejemplo alentador en muchos aspectos. Aunque fue negociado en las fases finales de la Guerra Fría en Europa, el tratado muestra cómo las condiciones políticas favorables y las medidas de control de armamento pueden ayudarse recíprocamente y acelerar acontecimientos positivos. La voluntad de todas las partes en el tratado de adaptar sus estipulaciones a las realidades de la post Guerra Fría, lo hace también relevante para el mundo de hoy. La IS exige la estricta implementación del tratado. Ponemos énfasis en la necesidad de reducir el número de fuerzas y armas también en las regiones en las que parecen haber aumentado temporalmente y animamos a todas las partes a explorar formas de reducir aún más las armas convencionales. Sería útil para la OSCE el abrir un proceso de revisión donde pudieran participar todos los Estados involucrados.
Otro aspecto positivo en fechas recientes ha sido la mayor apertura y transparencia en las transferencias de armas. El Registro de la ONU sobre Armas Convencionales es un instrumento muy valioso en este respecto y debería desarrollarse aún más. La apertura en temas de transferencias de armas es un ingrediente necesario para consolidar la confianza, la cual es necesaria para cualquier proceso de paz.
Como consecuencia del fin de la Guerra Fría y de la resolución de muchos antiguos conflictos regionales, el volumen de la venta de armas internacional ha descendido notablemente. Esta tendencia positiva se puede consolidar aún más a través de la moderación unilateral, de acuerdos entre los principales proveedores de armas y también de los importadores de armas a nivel regional.
Recientemente ha llamado la atención, en particular a nivel regional, especialmente en Africa, el así llamado tema del microdesarme, es decir, las medidas que se han tomado para destruír armas de pequeño calibre que se encuentran en ciertas áreas conflictivas. Esta idea puede ayudar considerablemente a solucionar conflictos regionales, y por lo tanto, debería desarrollarse más por la ONU en cooperación con organizaciones regionales.
Se debe encontrar una solución efectiva y equilibrada al uso indiscriminado de minas de tierra que causan heridas y pérdida de vidas a la población civil.
Ya que las armas convencionales se llevan la mayor parte de los gastos militares, su reducción es un factor clave en la reducción de gastos hasta el nivel establecido por la Carta de la ONU, con el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacionales "con la menor desviación para armamentos de los escasos recursos humanos y económicos del mundo". Aunque la transición desde los niveles de gasto de la Guerra Fría hasta ese objetivo legítimo implica un profundo cambio a todos los niveles, la IS anima a todos los Estados a reafirmar su compromiso con ese objetivo. Este cambio a niveles global, nacional y de la sociedad, liberará enormes recursos para propósitos constructivos tanto en los países en vías de desarrollo como en los países industrializados.
El papel de la IS en la prevención de conflictos
Al tiempo que la acción preventiva en el período de la post Guerra Fría se vuelve más importante, también aumenta el papel no sólo de la diplomacia preventiva sino también de las organizaciones no gubernamentales.
La IS tiene un valioso historial de diálogo con las grandes potencias así como con otras partes en conflicto, y en las nuevas y más favorables condiciones, su papel en la prevención de conflictos deberá ser analizado más a fondo.
Desde este punto de vista, la IS recomienda que los partidos miembros hagan un esfuerzo común en los terrenos de la prevención de conflictos, análisis de riesgos y mediación.
1. El papel de los partidos en la prevención de conflictos
1.1 Hoy en día la seguridad requiere un enfoque global de los problemas. En la prevención de conflictos hay que tener en cuenta las dimensiones políticas, económicas y sociales de las crisis. El respeto de los derechos humanos y de las normas democráticas en una perspectiva de desarrollo facilita la prevención de conflictos. Los partidos miembros de la IS tienen el deber de trabajar por una prevención de conflictos eficiente.
1.2 Los partidos tienen un papel educador y sensibilizador en relación directa con la opinión pública. El método de diplomacia preventiva exige que se involucre tanto a los pueblos en cuestión como a la opinión pública internacional. Hoy en día, todos los conflictos armados afectan a las poblaciones civiles, las cuales son las principales víctimas en las guerras modernas. La acción preventiva sólo puede usarse en un clima político que esté convencido de su necesidad y de la promoción de una cultura de paz, lo cual debe ser el objetivo principal de los partidos miembros de la IS.
1.3 En el gobierno o en la oposición nuestros partidos tienen la obligación de aunar esfuerzos ante las organizaciones internacionales y regionales. Bajo este impulso los Estados prefieren una política de prevención que tome acciones a largo plazo, lo cual evita las crisis de antemano o evita que reaparezcan.
2. El papel de la Internacional Socialista en el análisis de riesgo de conflictos
2.1 La Internacional, con sus comités regionales y especializados, podría usarse en esfuerzos centralizados y de intercambio de información.
SIPSAD y los comités regionales podrían tratar estos temas con más flexibilidad y más rapidez que las organizaciones internacionales.
2.2 Siguiendo el ejemplo del centro de prevención de conflictos del Parlamento europeo, se podrían organizar grupos de expertos regionales. Sus principales tareas serían el cálculo de indicadores de crisis (tensión social, problemas económicos, desintegración de las estructuras del Estado) y analizar sus diferentes formas.
2.3 De esta manera la IS debería estar preparada para dar un pronto aviso y comunicar la situación a las organizaciones internacionales competentes.
3. El papel de los partidos miembros de la Internacional Socialista en tareas de mediación
3.1 Los partidos de la IS deberían ser capaces de evitar acusaciones de interferencia en los asuntos internos de un Estado. Un apoyo previo puede proporcionar a los partidos en cuestión medios más eficaces para actuar en su propio país.
3.2 La diplomacia puede avanzar cuando las disputas se estudian y se regulan a través del diálogo político, lo cual canaliza las tensiones y ayuda a las partes a encontrar soluciones pacíficas.
3.3 De esta manera, la mediación que facilita el acercamiento de las partes en conflicto, puede convertirse en la tarea central del Consejo.
En particular, nuestros partidos pueden ayudar a que los esfuerzos preventivos tengan éxito, gracias al conocimiento de la situación local y a su capacidad de establecer una misión en un espacio de tiempo relativamente corto.
Gracias a esta "diplomacia de los ciudadanos", la discreción y la confidencialidad -condiciones necesarias para una diplomacia preventiva- tendrán una mejor posibilidad de lograr un compromiso entre las partes involucradas.
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La originalidad de los estatutos de la IS le permite encontrar su sitio en tareas de diplomacia preventiva. Su papel debe considerarse como paralelo y complementario con las actividades de las organizaciones internacionales.
También procura un diálogo político, un punto para encuentros informales indispensables si se busca el acercamiento.