La Internacional Socialista, integrada por màs de 160 partidos de todos los continentes, reunida en Madrid a invitación del Partido Socialista Obrero Español, reafirma su compromiso activo con la paz, la democracia, los derechos humanos y la igualdad social.
Las ideas de la Internacional Socialista han sido capaces durante muchos años de superar las barreras de las lenguas, las barreras de las diferentes culturas, de las distintas religiones, de la geografía y de los continentes. El socialismo democrático ha sido capaz de unir mucho antes de que la internet globalizara el mundo. Mucho antes el socialismo había globalizado la aspiración por una humanidad justa.
En este momento histórico, donde pesan tantas incertidumbres, la responsabilidad de la IS y de su partidos adquiere una gran relevancia. Es un momento cargado de incertidumbres y de inquietudes por encontrar una camino que nos conduzca a un orden internacional con más seguridad, con más paz, con más diálogo y con más equilibrio entre los países pobres y ricos.
Enfrentamos desafíos fundamentales que necesitan una respuesta global y ante los que la comunidad internacional no ha encontrado aún las respuestas adecuadas, o se encuentra dividida respecto a las fórmulas a utilizar para combatir, reducir o controlar estos nuevos riesgos y amenazas.
La globalización del terrorismo, las armas de destrucción masiva, la criminalidad organizada son, sin duda, riesgos y amenazas que preocupan a todos los ciudadanos y ante los que, como responsables públicos, debemos tratar de encontrar una respuesta. Deben ser abordados en los relevantes órganos internacionales, tales como la Agencia de Energía Atómica Internacional y la Convención de Armas Químicas.
Pero también es nuestra obligación recordar que nuestra seguridad está en relación y coexiste con crecientes desigualdades entre países ricos y pobres; con dramáticas tensiones migratorias; con un medio ambiente cada vez más amenazado; con hambre y pandemias que golpean siempre a los más vulnerables; con la pobreza y la marginación de millones de personas; con la explotación laboral y sexual de muchos niños y mujeres.
Nuestra seguridad está en relación y coexiste junto al predominio de la pobreza y la frecuente violación de los derechos humanos, porque la violación de los derechos humanos es una de las principales causas de la inseguridad mundial.
Todos aceptamos que hay nuevos riesgos y amenazas; pero hay algo que como socialdemócratas no podemos aceptar: la simplificación de reducir los problemas del mundo a la explosiva combinación de organizaciones terroristas globales y la utilización de armas de destrucción masiva.
La simplificación y la reducción de los problemas del mundo a estas dos manifestaciones extremas de amenaza es el fundamento ideológico de la llamada guerra preventiva. A partir de este concepto de guerra preventiva se pretende legitimar todo tipo de soluciones unilaterales, incluyendo el ataque para cambiar regímenes, el control de países mediante la ocupación militar y el recurso al pretexto de la lucha contra las tiranías.
Somos partidarios de construir un mundo más seguro y democrático. Pero para ello necesitamos, a diferencia de las tesis neoconservadores, trabajar sobre otro concepto de seguridad internacional colectiva: un concepto de seguridad democrática global que tenga en cuenta los desafíos y riesgos de las amenazas globales pero que al mismo tiempo sea capaz de descender a las raíces de los problemas del mundo y dar respuesta a las más acuciantes amenazas, en particular la pobreza. Otras amenazas relacionadas con esta son la marginación; las tensiones migratorias; la degradación del medio ambiente; la explotación infantil y de las mujeres; el hambre y las pandemias,y la violación de los derechos humanos.
Esta nueva seguridad democrática global debe sustentarse en un compromiso fundamental: el respeto a la legalidad internacional. Esta nueva seguridad democrática global debe compartir una misma visión del mundo: la fuerza debe estar siempre sometida al derecho.
Es esencial reforzar a Naciones Unidas y defender el multilateralismo. La ONU no es irrelevante, como pretenden los neoconservadores. Y debemos apoyar las reformas que pretende impulsar el Secretario General, Kofi Annan, encontrar fórmulas para democratizar el Consejo de Seguridad, reformar y hacer más operacional los métodos de trabajo de la Asamblea General. Debemos reforzar la Corte Penal Internacional y no podemos abandonar el Protocolo de Kioto. Deberíamos reactivar las negociaciones sobre desarme en Ginebra. Hay que impulsar la firma del Convenio de Ottawa sobre minas antipersonal y reducir la proliferación de armas cortas. Y debemos esforzarnos por lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio.