El necesario refuerzo de la democracia
Original: francés
Los socialistas y socialdemócratas siempre se han distinguido de otras formaciones políticas al reclamar que la democracia política, que es garantía de la justicia civil, esté acompañada de democracia económica, que es garantía de la justicia social.
La democracia, en su dimensión política, se basa en el multipartidismo, las elecciones libres, transparentes, periódicas, en fechas determinadas y la alternancia en el poder. Ella debe ser una garantía de la libertad de expresión, del derecho de asociación, de la buena gobernanza, de la lucha contra la corrupción y del ejercicio del conjunto de los derechos cívicos. Ella es consubstancial con el Estado de Derecho que asegura la separación de los poderes y la independencia del poder judicial y de los magistrados.
Afirmamos también que si la democracia, cuyos principios fundamentales son universales, no puede ser impuesta sobre la base de un modelo que viene del exterior, no puede tampoco prosperar sin justicia social y sin desarrollo. La situación en Iraq y en Afganistán, prueban lo imposible que es hacer que los ciudadanos adhieran a un modelo por la fuerza. En Irán, luego de las recientes elecciones presidenciales del 12 de junio de 2009, los ciudadanos iraníes expresaron de manera masiva su deseo de un sistema político democrático, pluralista y transparente. Esto fue seguido por una sangrienta represión contra demostraciones pacíficas, arrestos de líderes políticos, periodistas, defensores de derechos humanos y restricciones impuestas a los medios y a las comunicaciones electrónicas. La IS hace un llamamiento a las autoridades iraníes a liberar a los ciudadanos arrestados durante las últimas semanas y a responder a las demandas del pueblo iraní, re-examinando de manera objetiva y completa todo el procedimiento electoral.
Sin embargo, la democracia no es solamente la organización de elecciones periódicas, libres y transparentes, aún cuando esto es un requisito previo. Ella también implica la organización de la sociedad, políticamente, legalmente y respetando las plenas libertades, como también en las áreas de la economía y de la protección social y medioambiental.
En su declaración de Dakar del 20 de enero último, el Comité Africa de la IS constata que la democracia en Africa está en peligro a causa de tiranías pseudo-democráticas que se mantienen en el poder por la perversión de los valores democráticos, tales como las frecuentes manipulaciones de las normas de accesión y la devolución de poderes y el fenómeno en ciertos estados donde herederos designados son instalados en la esfera pública y política con la intención de preparar u organizar una sucesión al poder. Este cuadro se ve agravado por “la ruptura del sistema electoral que sufre un déficit de confianza y de credibilidad y la resurgencia de los golpes militares que interrumpen los procesos democráticos".
Al manifestar que las viejas instituciones y las viejas regulaciones ya no son capaces de hacer frente a los cambios en el mundo, el Comité Africa ha considerado que es "necesario trabajar por la promoción de una verdadera cultura democrática, mediante la adopción de valores compartidos, aceptados y respetados por los actores políticos, los ciudadanos, el poder judicial y los medios de comunicación"
Esta cultura democrática, tan necesaria como ella es, no será capaz de prosperar sin desarrollo. Pues ¿cómo motivar a los ciudadanos en favor de esta digna causa en países donde reina el hambre, donde una gran parte de la población se siente amenazada por la hambruna y no cuenta con acceso a la educación debido a una falta de infraestructuras escolares cercanas o simplemente a causa de la gran pobreza? O, donde no existen elecciones libres y transparentes, sin poder escoger, sin posibilidades de elecciones libres, donde la gente vive en la pobreza sin esperanzas para el futuro y sin acceso a la educación.
Además, ¿cómo organizar "una educación para todos" en un mundo donde la seguridad alimentaria, aún cuando ha sido reconocida como un derecho humano, no está garantizada y en el cual más de un billón de personas sufren de malnutrición crónica y, aún más, se mueren de hambre, mientras otros viven bajo la amenaza?
Es nuestro deber incluir en nuestras deliberaciones sobre la democracia, el aspecto económico y social, un comercio equitativo y el desarrollo sostenible, sin los cuales nuestro ejercicio arriesgaría limitarse solamente a palabras amables sin un efecto real para los pueblos que todavía sufren a través del mundo, y no solamente en Africa, de un déficit democrático. Esto requiere de un diálogo franco, con respeto mutuo entre los estados y los continentes, que incluya todos los aspectos comprendidos en esta materia.
Nuestro compromiso en favor de la democracia debe traducirse en un comportamiento diario en defensa no solamente de los derechos humanos en todos sus componentes, sino también en el respeto al medio ambiente y a la biodiversidad, porque ahí descansa la sobrevivencia de nuestro planeta, para la paz, la fraternidad entre los pueblos y la solidaridad.
De esta manera evitaremos hacer de la democracia, para parafrasear a Lafontaine al referirse a la amistad, una palabra de uso común porque todo el mundo se dice demócrata, sino en cambio, la palabra más singular del mundo.