1. Nos dirigimos al pueblo argelino, a una nación amiga que conquistó su independencia a través de inmensos sufrimientos y que vive, en estos últimos años, una situación de violencia trágica, con la pérdida de decenas de miles de vidas humanas.
2. Condenamos enérgicamente esta espiral atroz de violencia, de muerte y de violación de los derechos humanos, en la que la violencia terrorista se abate sobre las capas más vulnerables de la sociedad, los niños, las mujeres y los ancianos, y de la que es víctima inocente la inmensa mayoría del pueblo de Argelia, tierra de mártires que aspira a la paz y a la libertad.
3. Lo hacemos con una actitud solidaria y respetuosa, que rechaza la injerencia en los asuntos internos y sostiene activamente el respeto a la soberanía de Estado, y que, sobre esta base, afirma solemnemente que, ante la tragedia argelina, la alternativa no es, en modo alguno, escoger entre la injerencia o el silencio.
4. No es posible ni sería digno permanecer silenciosos, indiferentes e inactivos ante lo que está sucediendo en Argelia.
5. Creemos que las autoridades argelinas pueden disponer hoy de los medios adecuados para sacar al país de la espiral de violencia, si se establece un acuerdo con todas las fuerzas políticas, sociales, culturales y religiosas que rechazan y condenan la violencia, en un marco de libertades fundamentales y de respeto a los derechos humanos.
6. Sin embargo, este proceso de acuerdo y colaboración, hacia unos objetivos mayoritariamente compartidos de paz, democracia y progreso, no ha sido posible hasta el momento, y aparecen síntomas preocupantes de continuación de la violencia y de marcha atrás en el establecimiento de un sistema de libertades.
7. Las recientes manifestaciones multitudinarias en distintas ciudades de Argelia han mostrado que más allá del abismo de matanzas y violencias sin fin, existe una sociedad civil dispuesta a luchar de manera pacífica, pero con extraordinario valor, por los principios sagrados de la paz, la libertad y los derechos humanos.
8. Tales manifestaciones han tenido lugar tras unas elecciones locales y regionales en las que las pruebas de irregularidades han sido abundantes y elocuentes. El poder político y militar se equivocaría si permaneciese sordo a estas voces de la mayoría del pueblo argelino, que quiere una paz en democracia y libertad. Se equivocaría si respondiese a todo llamamiento de la comunidad internacional como si de una muestra de injerencia se tratase. Se equivocaría si recurriese a actos hostiles contra los sectores que rechazan la violencia, como lamentablemente se produce con la restricción del campo de las libertades fundamentales, la disolución violenta de manifestaciones encabezadas por parlamentarios, o las condenas y detenciones de profesionales de la prensa.
9. La lucha contra los terroristas no requiere únicamente de recursos militares, sino que exige disponer de la credibilidad nacional e internacional necesarias, mediante unas instituciones plenamente legítimas, libres y limpias, capaces de agrupar y movilizar a la gran mayoría nacional que quiere la paz y la libertad, como objetivos esenciales y como garantía de un futuro de estabilidad y desarrollo económico y social.
10. Pedimos al gobierno argelino que escuche la voz de los manifestantes, de los miles de mujeres, hombres y jóvenes que han desfilado por las calles de las principales ciudades argelinas, contra la violencia, por la paz y la democracia.
11. Les pedimos que escojan la vía del diálogo propuesto por los exponentes sociales, políticos y religiosos de la sociedad argelina, así como por la comunidad internacional en su conjunto.
12. Les pedimos que muestren confianza en la sociedad civil argelina, liberando la expresión de las opiniones y la información y permitiendo que los hombres y mujeres de Argelia que luchan contra la violencia puedan expresarse y actuar en libertad. En particular, pedimos una plena y genuina libertad de expresión y de prensa.
13. Les pedimos que se abran a un diálogo político con todas las fuerzas políticas, sociales y culturales que rechazan la violencia y el terrorismo, para establecer la unidad nacional en torno de un programa para lograr la paz.
14. Les pedimos una verificación escrupulosa de las denuncias de irregularidades electorales que se han producido después de las elecciones del 23 de octubre.
15. Las masacres producidas, en especial las terribles matanzas de los últimos meses, deben ser plenamente esclarecidas, y apelamos en este sentido al Parlamento y la sociedad civil argelinos, así como a la comunidad internacional.
16. Pedimos a las Naciones Unidas que hagan todo lo que esté en su mano para ayudar a una salida pacífica de la situación en Argelia.
17. Pedimos a la Unión Europea que, respetando la Declaración de Barcelona, subordine sus relaciones con Argelia a la evolución positiva de la situación de las libertades y de los derechos humanos en este país.
18. Finalmente, nos dirigimos a las fuerzas políticas, sociales, culturales y religiosas que en Argelia luchan por la paz, la libertad y los derechos humanos, para mostrarles nuestro apoyo y nuestra solidaridad.
19. Sus principios son nuestros principios: el rechazo tajante de la violencia para acceder o mantenerse en el poder, el rechazo de cualquier dictadura y el derecho del pueblo a constituir y defender sus instituciones democráticas; la garantía de las libertades fundamentales, del pluralismo y de la separación y equilibrio de los poderes; el respeto de la alternancia política mediante el sufragio universal; el respeto y la promoción de los derechos humanos; el primado de la ley y de los principios del Estado de Derecho.
20. A todos los sectores políticos, sociales, culturales y religiosos que luchan en Argelia por la paz y la democracia, desde distintas opciones y en el marco de un legítimo y necesario pluralismo, en especial a nuestro partido hermano, el FFS, les decimos, desde todos los rincones del mundo: no estáis solos en vuestro combate.
21. Estamos seguros de que vuestra acción, difícil y heroica, dará sus frutos, hasta conseguir una Argelia en paz, libre y próspera.