Declaración sobre la situación en la zona de los Grandes Lagos en Africa

CONSEJO DE ROMA, 21-22 de enero de 1997

(original francés)

Un estallido general amenaza al Estado de Zaire y a la Región de los Grandes Lagos a causa del riesgo de un enfrentamiento entre Ruanda y Zaire con la presencia, entre otros, desde hace varias generaciones en el sur de Kivu y a lo largo de la frontera zairo-ruandesa de aquellos pueblos llamados Banyamulengues, que son Tutsis de origen ruandés establecidos en esa parte oriental de Zaire.

Sin embargo, la base de este conflicto armado radica esencialmente en la amenaza que representa para Ruanda los cerca de dos millones de refugiados ruandeses enlistados en territorio de Zaire por las milicias de las antiguas Fuerzas Armadas ruandeses.

La situación en el este de Zaire reviste al menos dos características:

- una amenaza de guerra entre Zaire y Ruanda;
- una guerra civil entre el poder central de Zaire por una parte, y los Banyamulengues, el Partido de la Revolución Popular, el Consejo Nacional de la Resistencia para la Democracia y el Movimiento Revolucionario para la Liberación de Congo-Zaire, por la otra. Los insurgentes no dudan en aprovecharse del debilitamiento de un país aparentemente sin Estado y sin un poder efectivo desde hace más de tres años.

La crisis en el este de Zaire con razón ha conmovido a la opinión internacional, ya que Zaire es un país inmenso que comparte fronteras con otros once Estados. Pero esta crisis no puede entenderse si no se la ubica en el contexto global de la crisis que afecta a los Estados de los Grandes Lagos desde el comienzo de los años 90.

El problema

1. Burundi


La adopción, por parte de Burundi, de una nueva Constitución en marzo de 1992, la que introdujo al país a una democracia multipartidista, había sido saludada como el comienzo de una nueva era.

Cuando, por vía de las urnas, el Frente para la Democracia de Burundi (FRODEBU) tomó las riendas del poder en detrimento de la Unión para el Progreso Nacional (UPRONA), la época de los odios intercomunitarios entre la mayoría hutu y la minoría Tutsi parecía haberse quedado atrás.

Pero, el 21 de octubre de 1993, el mundo despertó a la evidencia: el ejército de Burundi se hacía tristemente famoso al cometer un violento golpe de Estado que dejó como resultado las muertes del primer Presidente civil de Burundi, Melchior N'Dadaye y de numerosas otras personalidades administrativas y políticas. Este golpe de Estado comprometió gravemente al proceso democrático. Pero también revivió los odios intercomunitarios, abriendo un período de crisis marcado por asesinatos colectivos de una y otra parte y por éxodos masivos.

Es dentro de este clima de extrema tensión que ocurre el 5 de enero de 1994, con el apoyo de la ONU y de la OUA, la elección de Cyprien Ntaryamira, ex-ministro de Agricultura, como Jefe de Estado, en reemplazo de Melchior N'Dadaye. Esta elección tiene lugar luego de un difícil compromiso entre el partido en el poder, la oposición y la sociedad civil. Sin embargo, el 6 de abril de 1994 el Presidente Cyprien Ntaryamira perece a su vez en un accidente aéreo, en compañía de su colega ruandés Juvenal Habyarimana. La muerte de un nuevo Jefe de Estado vuelve a lanzar la crisis. Para tratar de ponerle fin, se lleva a cabo una Convención de Gobierno entre las diferentes formaciones políticas; ella lleva al poder a Sylvestre Ntubatugagna. Sin embargo, los violentos incidentes continúan desolando al conjunto del país hasta que el 25 de julio de 1996 el Mayor Pierre Buyoya retoma el poder mediante un golpe de Estado, agregando así más dificultades a una situación de por si complicada.

2. Ruanda

Hasta 1990 Ruanda se mostraba, dentro de la región de los Grandes Lagos, como un país relativamente estable. Tres hechos van a modificar esta situación rápidamente:

- las reticencias a la apertura democrática a la que se ve obligado el Presidente Habyarimana en 1990;
- la crisis económica exacerbada por la hambruna en el sur del país;
- las exigencias de los refugiados Tutsi en Uganda de la nacionalidad ruandesa y el regreso al país.

A partir del 1º de octubre de 1990, el Frente Patriótico Ruandés (FPR) lanza una gran ofensiva armada contra Kigali. El régimen del Presidente Habyarimana es sacudido seriamente. La ONU, la OUA, Francia, Bélgica y los Estados Unidos logran imponer negociaciones entre el gobierno ruandés y el FPR. Estas negociaciones tienen lugar en N'Sélé, en Gbadolité, pero es en Arusha que se firma el 4 de agosto de 1993 un Acuerdo de Paz entre el gobierno ruandés y el FPR. Este acuerdo anticipa entre otras cosas, el establecimiento de un "gobierno de transición de amplia base".

Las divergencias de interpretación del Acuerdo entre el poder y la oposición, las rivalidades Tutsi-Hutu, las tensiones regionalistas que enfrentan al norte contra el sur del país, las reticencias del Presidente Habyarimana que duda en hacer efectivo un Acuerdo que lo despoja de sus prerrogativas esenciales: todo eso bloquea al país y agrava la crisis. Y es dentro de este clima de tensión que se produce el accidente del avión presidencial el 6 de abril de 1994 que cuesta la vida de Juvenal Habyarimana y de su homólogo de Burundi, Cyprien Ntaryamira.

Con N'Dadaye, Ntaryamira y Habyarimana, ya son tres presidentes Hutus que mueren en los dos países (Burundi y Ruanda) en menos de un año. La violencia sigue en aumento. Solamente en Ruanda el genocidio ha dejado como resultado varios centenares de miles de víctimas.

La situación en Ruanda y Burundi provoca un movimiento de éxodo generalizado entre las comunidades Tutsi y Hutu, ya sea que los adversarios de los Tutsi o de los Hutu estén en el poder en Kigali o en Bujumbura. De esa manera, centenares de miles de burundeses o de ruandeses atormentados con un terror sin nombre, se han encontrado en Uganda, en Tanzania, en Kenya, y en mayor número en Zaire, en la provincia de Kivu.

¿Cuáles son las soluciones?

¿Qué soluciones puede proponer la Internacional Socialista?


1. Partiendo de la inseguridad causada por el estado de guerra en estos diferentes Estados, asistimos a una catástrofe humanitaria sin precedentes, que amenaza a varios millones de individuos. Aún en tiempos normales Burundi y Ruanda son países sobrepoblados dónde el problema de las tierras cultivables se manifiesta con gravedad. Hace algunos meses, el regreso a Ruanda de al menos un millón de refugiados de los campamentos de Zaire llevó a la comunidad internacional a cancelar el despliegue de la fuerza multinacional de protección de la población y de los convoyes humanitarios.

Nosotros pensamos que, por el contrario, es necesario insistir en que la comunidad internacional aumente el aspecto humanitario de su acción.

2. Ayudar al establecimiento de un poder democrático en Zaire, único medio para asegurar una estabilidad durable y evitar la explosión de Zaire, con consecuencias imprevisibles para el conjunto de Africa Central.

3. Es necesario, por una parte poner fin a las guerras civiles que minan a estos diferentes Estados, y por otra, detener la guerra entre ellos.

4. Ayudar al establecimiento de políticas de reconciliación nacional en Zaire, Ruanda y Burundi, que favorezcan la reanudación inmediata del proceso de democratización sobre bases definidas por consenso de los mismos actores políticos nacionales. La seguridad de unos no puede garantizarse con la inseguridad de otros.

5. Una vez creado este clima favorable, será necesario velar por un regreso pacífico y voluntario de los refugiados.

6. Debemos finalmente intensificar nuestros esfuerzos para que la comunidad internacional movilice una asistencia generalizada para la reconstrucción de Burundi, Ruanda, y Zaire.

7. Misión de la IS: realizar la decisión tomada en febrero de 1996 en Ouagadougou y enviar dentro de los próximos 3 meses, una misión de estudio y evaluación a la región de los Grandes Lagos.

8. Promover la seguridad jurídica y judicial para salvaguardar el derecho al retorno de los exiliados y los derechos a la defensa de los presuntos autores de genocidios.

9. Buscar una solución global en la región de los Grandes Lagos, especialmente dentro del marco de una conferencia sobre la paz, la seguridad, la estabilidad y el desarrollo, que involucre a todos los Estados de la región, bajo los auspicios de las Naciones Unidas y de la OUA.